La Mancha y la Línea
Principio de indeterminación perceptual
Estudios de espaciamiento y temporización – Devenir post-visual 2ª Fase
Proyecto Devenires www.devenires.com
dedicado a la perra Zara
Dibujos y pinturas de Jaime del Val
Centro Riojano de Madrid, Serrano 25
Inauguración: 22 de Julio de 2020 a las 20’00
CONTINUA EN 2021 DE FORMA INDEFINIDA/PERMANENTE
Agradecimientos:
A Máximo Darriba y a Fernando García.
A ambos por su generosidad, que ha hecho posible esta exposición
En esta segunda fase visual del proyecto Devenires llevo al límite un antiguo debate en la pintura: entre la mancha sin contorno (como luz, no color) y la pura línea (como ritmo, no forma), desplegando cada una distintos modos de espaciamiento, movimiento y temporización.
Se trata de nuevas series sobre una panorámica de Madrid, de la que en 2019 presentaba una primera fase con serie de estudios preliminares, espacializadas ahora en conjuntos de:
- 10 cuadros con fragmentos borrosos de la panorámica que condensan la luz de la tarde explorando zonas indistintas de luz-color y el espacio difuso que estas generan y
- 6 series de dibujos, en total unos 30, con la panorámica completa en diversas escalas, desde grandes murales a casi miniaturas, con distintos grados de abstracción rítmica de la línea que crean conjuntos espaciales.
La “dualidad” mancha-línea traslada a la percepción cotidiana el principio de indeterminación cuántica por el que no se puede conocer, y ni si quiera se dan a la par, la posición y la velocidad de una partícula-onda. Aquí, machas y líneas son aspectos que, aunque parezcan derivarse de un mismo fenómeno, expresan procesos sensoriales y espaciales irreductiblemente diversos y siempre en movimiento. Nunca representan una realidad preexistente sino que crean nuevos mundos de relaciones y nuevas variaciones de una realidad fluctuante e indeterminable. Tampoco son aspectos universales de una realidad esencialmente dual. Se trata de dos procesos entre infinitos posibles de espaciamiento y temporización de la percepción, de redefinición de la mirada como parte de un proceso kinestésico, propioceptivo y de integración multisensorial, y de transducción y transformación continua, de una percepción que no admite la reproducción ni la representación pues deshace el punto fijo de a perspectiva y la centralidad de la visión. Es por ello un ejericio desvisual o postvisual de espaciamiento y temporización.
Por un lado presento una serie de 10 cuadros al oleo que experimentan con la mancha difusa, fragmentos que condensan la luz de la tarde en un espacio difuminado de pura luz e indeterminación, sin formar un todo, fragmentos aumentados en los que interpreto una imagen ya mediada por fotografías radicalmente desenfocadas y que en su conjunto crean un espaciamiento difuso. ¿Como crear sensación indeterminada de espacio a través de la visión desenfocada y de la macha borrosa de indeterminación lumínica? La indeterminación del color difuso juega con una micro-rítmica de la vibración lumínica. Los cuadros crean su propia y nueva sensación espacial difusa que cambia al moverse en relación con ellos y crean su propia luminosidad que cambia constantemente en relación con la luz ambiental, en ese sentido no representan nada sino que siguen el movimiento creativo de la naturaleza misma, creando campos de relaciones abiertos.
Hay una tradición en pintura que introduce la mancha sin contorno y que va de Tiziano a Gerhard Richter (o Zobel), pasando por Velázquez, Rembrandt, Turner o Monet. Es la tradición que introduce la vibración e indeterminación lumínica, frente a la tradición de la mancha de color delimitada y determinada por líneas, de origen más antiguo, geométrico y platónico incluso, pasando por Rafael y llegando hasta Picasso, que sin embargo la rompe convertida en movimiento de deformación continua. Estos cuadros se inscriben en la tradición de la mancha sin contorno como conjunto espacializado que infiltra un espacio.
Por otro lado 6 series en composiciones múltiples de diversos tamaños que presenta siempre la panorámica completa y que han sido dibujados “del natural”, en los que la línea deviene puro ritmo y espacialidad, igualmente indeterminada, sin seguir otra lógica que la de crear relaciones de ritmo, siempre con nuevas variaciones. Hay al menos 6 versiones de la panorámica, unas más realistas que son estudios y que muestran el proceso, y otras reducidas a la expresión esencial de la línea mínima que contiene el ritmo espacial, pero en todos los casos se trata de crear relaciones rítmicas como si de una partitura se tratase. Una formula rítmica o música visual de la que se derivan infinitas variaciones, cada una creando relaciones nuevas, y en la que el observador se crea temporalmente su propio campo de relaciones. El cuadro o dibujo es un campo tensional de relaciones, en el que elaboro nuevas relaciones con la panorámica y con el cuadro mismo y en el que el público se crea su propio campo de relaciones. La línea deviene movimiento continuo y fractal, de pliegues infinitos que son su ritmo y crean un campo, parecido a numerosas expresiones de arte aborigen como el Shipibo en la Amazonía. La línea como campo rítmico de relaciones fluctuantes y nunca como contorno que fija. Estos dibujos elaboran la pura línea pero ya sin que esta sea el contorno que determina sino al revés un movimiento infinito de pliegue que se despliega creando un espacio. El espacio es movimiento de despliegue y pliegue que crea un cosmos (envoltura). La panorámica es en sí un universo inagotable de relaciones potenciales y de microcosmos, que alude la reducibilidad algorítmica: cada nueva relación que creo en los cuadros y dibujos no estaba ya ahí como dato cuantificable sino que crea variación cualitativa y no cuantificable, infinitos microcosmos de variación cualitativa emergen en el proceso.
La esencia rítmica que da la línea es de un orden diverso que la esencia lumínica que te da la mancha y no se podrían traducir una en la otra ni sumar sin crear un tercera realidad diversa. Cada una condensa y crea un campo de relaciones irreductiblemente diverso. La no correspondencia de mundos presenta de hecho una cuántica cotidiana de la percepción, y activa una percepción siempre NACIENTE, en proceso de crearse mundos de relaciones que son siempre movimiento.
Reivindico que el dibujo y la pintura aun antes que visuales son procesos propioceptivos (la propiocepción es el sentido muscular de movimiento del cuerpo), donde el cuerpo se crea un campo de movimientos y en el que la inteligencia del cuadro consiste en, y condensa, la dinámica de ese campo de movimientos que el cuerpo siente muscularmente, en cada gesto del lápiz y el pincel, en cada ir y venir y mirar. El proprio dibujo o cuadro es un campo tensional que condensa ese dinamismo del proceso de pintar y que el observador “decodifica” conectándolo con su propia memoria de movimiento, de modo que la mirada en su temporalidad va encarnando algunos los movimientos que se han condenado en el cuadro.
Pero lo que le da riqueza a una obra es que su campo tensional de relaciones internas sea inagotable de modo que cada vez que lo miras creas nuevas relaciones.
El cuadro o dibujo no existe nunca como objeto sin movimiento espacial, temporal y multisensorial por el que uno se crea un mundo de relaciones rítmicas. Pero esto se acentúa a su vez al crear conjuntos espacializados que eluden una visión fija en la imagen enmarcada trabajando contra el punto fijo de visión del renacimiento. Se involucra así al observador en un movimiento múltiple en el que lo que se va creando es su propia percepción, ya no hay observación.
En una tercera fase se crearan híbridos donde convivan líneas y manchas con movimientos radicales de torsión, deformación y movimientos del conjunto , así como la introducción del cuerpo del que pinta y observa en movimiento en el campo del cuadro, o de los movimientos de otros cuerpos, y siempre involucrando el movimiento del espectador en una visión espacializada y kinestésica, que evita el punto fijo de visión del Renacimiento. Mirada-movimiento para espacios nacientes de ritmo y luz, de indeterminación. Esta tercera fase estará mediada por mi trabajo con la imagen digital interactiva en 3D y de largas exposiciones, y la performance, expandiendo líneas abiertas en el pasado por artistas como Umberto Boccioni, hacia cuadros que son campos perceptuales espaciales-temporales-multisensoriales-proprioceptivos, postvisuales, de movimiento.
La exposición tendrá duración indefinida e irá cambiando, en proceso. como intervención en un lugar específico, el de los salones del Centro Riojano, no una galería, sino la infiltración en un lugar que tiene un uso habitual diverso.
Se lanza a la par la rama musical del proyecto devenires.
Los trabajos que se presentan en esta exposición se han realizado durante el confinamiento de la COVID-19, de marzo a junio 2020, en un ático en la Calle Cava Alta de Madrid, en cuyas vistas está basado este proyecto.