DEVENIRES

Jaime del Val

Proyecto Devenires – 1ª fase – 2019

www.devenires.com

dedicado a la perra Zara

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Devenir, devenires, devenir-con

El Devenir es el continuo emerger, movimiento y transformación de todo (sujeto, cuerpo, percepción y mundo), y es un antiguo concepto de la filosofía antes de que surgiera la idea del ser: gignesthai (devenir) y kinesis (movimiento y cambio) eran los primordiales objetos de la filosofía presocrática antes de Parménides. Heráclito es quizá el presocrático que más lejos lleva la lógica del devenir, imponiendole a su vez una identidad, unidad y logos: la unidad, lucha y tensión de contrarios. El devenir es antes que el ser. El ser es ilusión. Solo hay devenir y movimiento. Y sin embargo en ese continuo flujo emergen metacuerpos de afectos persistentes.

Devenires son también un concepto en la filosofía de Gilles Deleuze y Féix Guattari que plantea procesos en los que surgen realidades intensas que escapan de (o desterritorializan) aquellas formaciones y estructuras (o estratos) que rigen los mundos normativos, abriéndolos a una alteridad radical. Devenir intenso, mujer, niño, animal, música, molecular, imperceptible… movimientos de desterritorialización radical en los que surge un nuevo campo de intensidades, como en los procesos de los brujos o chamanes.

Devenir-con es, a su vez la aternativa que Donna Haraway propone a la alteridad radical de Deleuze-Guattari, cuando critica el desprecio de estos hacia las relaciones entre humanos y mascotas: todo devenir es un proceso simbiótico, un devenir con otros en el que toda categoría vulnerable debe ser cuidada. Este devenir-con resuena en la propuesta más reciente de Haraway del Chthuluceno, como era de devenires, de creación de parentescos nuevos, más allá de la filiación, de alianzas tentaculares entre especies mientras se atraviesan y se persiste en la multiplicidad de problemas de una Tierra cuyas narrativas son más grandes y más pequeñas que las del anthropos.

Devenir (o Devenires o Devenir-con) es, por último, un proyecto del que ahora se presenta una primera fase, de artes visuales, música, escritura y otros medios para movilizar una sensibilidad que abrace el devenir frente a una tradición milenaria que intenta negarlo o controlarlo. Devenir es un proyecto sobre la continua mutación y la consistencia de los afectos, la evolución simbiótica y el mestizaje neurodiverso, las mutaciones transespecie y los microsexos sin género, la memoria en tránsito, las genealogías de los medios y las culturas del movimiento.  El proyecto elabora no solo el flujo sino también la consistencia del devenir, de lo abierto, de los afectos que emergen en ese flujo, proponiendo una sensibilidad que no imponga un patrón dominante de relaciones y que permita que en ese devenir se entretejan metacuerpos de afectos que atraviesen alineamientos o categorías (de género, procedencia, neurodiversidad o especie). El proyecto aborda un conjunto amplio de propuestas, en formatos y medios visuales (devenires pictóricos, fotográficos, cinemáticos y digitales), sonoros (devenires musicales), de escritura (devenires poéticos y narrativos), que dialogan con el proyecto Metabody sobre la percepción, el cuerpo, el espacio y las tecnologías digitales (devenires proprioceptivos y moleculares).

 

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Ciudad en devenir, espacio en devenir

Esta 1ª fase, titulada “La Ciudad en Devenir y la persistencia de los Afectos – Estudios de espaciamiento y temporización“, tiene como centro una exposición de pintura que alberga detrás algo más. A partir de 5 años de vida en un ático con vista panorámica sobre el casco antiguo de Madrid, y de un archivo de más de 12.000 fotografías de esa vista, el proyecto explora la espacialidad singular de la panorámica, y en general de las azoteas de las ciudades y los espacios abiertos (la khôra griega) como un Todo inconmensurable y abierto, una multiplicidad con continuas variaciones de luz, un devenir del espacio y la ciudad.

El proyecto propone un movimiento sensorial de espaciamiento y temporización (como en la différance de Derrida) que se traspone a un espacio expositivo no convencional a modo de intervención o performance de infiltración sensorial. La panorámica se divide en 7 fragmentos y se distribuye en el espacio con variaciones de cada motivo y en diversos grados de disolución de la imagen. Para ello el proyecto retoma una pintura vagamente realista, con diversas citas a la tradición (desde Turner, los luministas o Monet a Gerhard Richter), realizando una primera fase de estudios de espacio, luz, ritmo y movimiento, abriéndose a futuras series de pintura, fotografía y medios digitales interactivos en creciente disolución y movimiento, como exposición proteica que anuncia múltiples evoluciones.

Esta primera serie se espacializa y escenifica en unos salones análogos a aquellos donde proliferaron las colecciones privadas de pintura desde el Renacimiento, introduciendo en ellos un movimiento sensorial que trabaja contra el marco fijo de la perspectiva y la totalización del modelo panóptico y exponiendo las genealogías de la memoria, de la percepción y de los medios artísticos, revindicando a su vez la pintura (espacializada) y su riqueza kinestésica, en tiempos del dominio de la imagen digital.

El proyecto incluye visitas al ático-estudio de la panorámica, donde se realizan experiencias digitales y sensoriales interactivas, y contará en la inaguración con una performance de procesamiento digital interactivo de imágenes 3D basadas en la panorámica; ambos entroncan con mis desarrollos en Metabody.

Por otro lado el proyecto alberga una clave (trans)personal, (meta)biográfica, posthumanista y política, sobre la persistencia de los afectos, la memoria, las familias multiespecie y la vida en azoteas en tiempos de selfies, atravesando un devenir múltiple (personal, afectivo, de la ciudad, sensorial y de los medios artísticos) y exponiendo también los alineamientos que bloquean el devenir. El proyecto está dedicado a la perra Zara y la defensa de los afectos transespecie frente a un mundo antropocéntrico.

Diagrama de la exposición – haz click, amplia y navega la imagen:

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Devenir pictórico en diferancia 

Esta primera fase pictórica del proyecto Devenir da liebre por gato: tras un aparente paisajismo neorromántico y vagamente realista que parece representar una panorámica del Madrid antiguo en tiempos del renacer turístico de la ciudad y en plena era de los selfies, el control digital, el Big Data y los algoritmos autónomos, se esconde una performance metaconceptual. A partir de cinco años de vida y 12.000 fotografías desde un ático que mira sobre el casco antiguo de Madrid, el proyecto explora el tipo de sensorialidad propio de espacios abiertos como las azoteas de la ciudad, su peculiar sensación espacial, de desbordamiento lateral y profundidad, de aprehensión de una multiplicidad irreductible y rítmica, y su continua variación con la luz y los elementos, la ciudad en devenir.

Este proyecto inicia con una potencial despedida de un ático con vistas saturado de cinco años de cumbres y abismos vitales, y se está convirtiendo en un nuevo comienzo. Realizado apresuradamente en los primeros meses de 2019 plantea una serie de estudios de la panorámica. Cuando inicié se planteaba el reto de elaborar el desbordamiento sensorial de la panorámica, irreductible a un marco: un movimiento irrepresentable. No se trataba pues de crear una representación, (siempre he trabajado contra la representación o fuera de ella). Los estudios previos (dibujos y fotografias) sobre mi propia percepción y movimiento allí fueron creando una percepción nueva que sigue evolucionando. Por ejemplo una serie de dibujos que abstraen la panorámica en lineas rítmicas, como si de partituras se tratara, lejos de representar mi percepción previa dieron lugar a una percepción nueva y siempre en devenir, reivindicando la temporalidad, corporalidad, interpretacion, improvisación y trasposición de los gestos sensoriales que iban emergiendo. Mientras, cobrara conciencia del dispositivo sensorial disciplinar y su reinscripcion performativa y posthumana (en continuos os cruces a traves de Deleuze-Guattari, Derrida, Foucault, Butler, Haraway o Hayles que marcan mi trayectoria filosófica desde hace años).

El proyecto crea un movimiento sensorial que se traspone a un espacio ya codificado de la exposición, infiltrándolo en conjuntos de cuadros cuya línea de horizonte traspone la apertura sensorial de la panorámica sobre las azoteas a un interior, revisitando y abriendo sutilmente desde dentro la tradición de la pintura y la imagen encuadrada, y a modo de performance pictórica y sensorial. Cuádruple devenir de la ciudad, el sujeto, la percepción y los medios artísticos, creación de un panóptico en disolución que parte de la perspectiva para movilizarla y abrir su encuadre.

Este devenir pictórico (“retorno” también mis “orígenes” en las artes plásticas y regreso performático a la tradición, escenificando además el Madrid antiguo) se escenifica a su vez, en otro gesto performático, en unos elegantes salones burgueses semi-públicos/privados del barrio de Salamanca, no muy diferentes de aquellos donde ha proliferado la pintura en cuadros desde el Renacimiento, infiltrándolos con un movimiento sensorial de espacialización y temporización. Para visitarla hay que comer en esos salones, habitándolos como habito yo la panorámica del ático, o concertar visita guiada con el artista en horarios especiales, a la manera de las antiguas colecciones antes del surgimiento del museo.

A quienes conocen mi trayectoria en los últimos 18 años en el arte digital interactivo les sorprenderá sin duda esta aparente regresión a una pintura clásica. Pero no se dejen engañar: esto encierra varios gestos contrapuestos. Por un lado como retorno al medio que inaugura la tradición moderna de la percepción enmarcada y en perspectiva, que domina el mundo desde el renacimiento, se trata de un gesto performático por el que asumo y encarno ese mismo medio que llevo años cuestionando y desmontando desde otros lugares, con una diferencia (o diferancia): introduciendo en él una cierta espacialización y temporización (y anunciando un creciento movimiento e indeterminación), reintroduciendo una espacialización que la pintura tenía antes del marco Renacentista. Por otro reivindico la superior riqueza kinestésica de la pintura, como proceso creador con una temporalidad y una corporalidad, frente  a la imagen mecanizada y digital, en un gesto de rebeldía frente a medios imperantes. Al mismo tiempo cuestiono críticamente la imposibilidad de un origen: toda percepción está mediada por unos modos heredados de moverse en el mundo, así estos cuadros se han hecho pasados no solo en observación “directa” sino de fotos que interpreto (como se interpreta una partitura musical), ampliadas en pantallas, pero también de mi experiencia cotidiana improvisando movimiento en ese mismo lugar y encarnando la panorámica en una kinestesia y propiocepción, un sentido del movimiento mucho más rico que el que preodomina en la era de los selfies y sus encuadres homogéneos. El realismo no es más que el espejismo de una homogeneización sensorial creada por la perspectiva. Esto se puede decir de la propia panorámica, que muestra una vista insólita del Madrid antiguo en tiempos del resurgir turístico de la ciudad, un turismo que suele implicar economías globales de estandarización que orientan al turista a objetos prefabricados. ¿Lugar del despertar de la ciudad? ¿O ciudad sin origen que renace cada dia, eternamente cambiante y que no se sabe muy bien cuando nació?… ¿No es acaso la idea de un origen siempre una ficción?

Kosmos-Khôra-Khaos-Khorós

Pero los cuadros están ligados a la invitación a visitar el lugar, con experiencias sensoriales e interactivas en el ático destinadas a transformar la percepción misma. En ellas se explora la manera en que el sentido de movimiento interno del cuerpo, llamado propiocepción, incorpora todo sentido externo: la variación de la ciudad cobra sentido y cuerpo, literalmente, en las variaciones de la sensación interna de movimiento cuya variación potencial es infinita, en la combinatoria de nuestras 300 articulaciones y sus tejidos intermedios hechos de células cuyos citoesqueletos, de trillones de proteinas, se contraen y pliegan concertadamente a la manera de un enjambre. En el procesamiento en vivo de imágenes 3d que se realiza en la experiencias de la terraza y también en la performance de la inauguración, se relaciona el mundo visual y sonoro que se crea con esa variabilidad del movimiento interno.

La exposición, de cuadros que son estudios en proceso, y que quizás irán mutando en creciente disolución durante la exposición, tiene una pieza principal, que es un mural de 8 metros repartido en 7 piezas desiguales, 7 motivos rítmicos con variaciones, un septíptico fragmentado que espacializa la panorámica, así como multiplicidad de fragmentos con variaciones de luz, ritmo, escala y foco de los 7 motivos y en una visión con diferentes grados de disolución, así como algunos estudios previos y de líneas futuras, con un conjunto de 30 cuadros, realizados en los primeros meses de 2019, con un guiño a la serie de 30 cuadros de la catedral de Rouen de Monet y a otras citas de la histora de la pintura, así como al diálogo con la fotografia y la imagen digital, planteando una pintura que no representa sino interpreta, traspone y moviliza corporalmente.

Espacio abierto de la panorámica, de las azoteas (o las antiguas acrópolis griegas, o los llanos, o la cumbres de montañas…), y su continua variación con la luz y los elementos es un Todo Abierto Bergsoniano del que se aprehende siempre solo un ínfima parte. El Lugar del despertar de la ciudad es un Kosmos autocontenido pero abierto, en devenir, sin origen y renaciendo continuamente, arché y principio de indeterminación, espacio pre-euclidano y post-perspectívico. El proyecto elabora dos antiguos conceptos griegos: khôra (espacio abierto, y receptáculo del devenir en Platón, útero cósmico, principio indeterminado) y khaos (bostezo, intervalo, abismo o apertura de luz entre el cielo y la tierra, brecha o apertura de luz entre cielo y tierra, intervalo o abismo, principio indeterminado). Luces de ocasos, amaneceres o tormentas donde se abre un intervalo de luz entre la tierra y el cielo y las sombra en la tierra se tiñen del color del cielo. Khôra y khaos como aspectos de un devenir posthumano de la ciudad pero también de los afectos, que abrazan la apertura espacial y el continuo cambio y la fulguración, devenir posthumano de quien habita ese espacio. Khôra y khaos son también espaciamiento y temporización, conceptos de Jacques Derrida para definir différance como movimiento de diferenciación. Este doble movimiento implica un tercero y cuarto, la indeterminación de una sensorialidad difusa, en movimiento, rigurosamente anexacta, y el movimiento interno del cuerpo como integración multisensorial, el sentido de propiocepción, que no es ni subjeticvo ni objetual, sino entre-medias-de, intervalo y relación… el devenir como múltiple movimiento sensorial. Al khaos y la khôra se añade pues el khorós, el coro como danza grupal, a través de un coro de cuadros, una composición coral que al tiempo que abre el marco elude también una totalidad de tipo panóptico. Antítesis del panóptico tanto como del marco, o apertura de ambos hacia una movimiento intermedio, de indeterminación, de continua apertura sensorial.

Devenir trans-especie

Llegamos a la parte más importante del proyecto,  que tiene que ver con lo que vengo llamando afectos transespecie y familias multiespecie, a la vez personal y político-filosófico, exponiendo la consistencia y fragilidad de nuestros ecologías de afectos, nuestra evolución, nuestros mundos.

El proyecto, dedicado a la perra Zara, esconde esta clave autobiográfica y política, de un devenir posthumano y de afectos trans-especie, condensado en el cuadro central del septíptico, que incluye un “grupo de familia en exterior” (en referencia a la película “Confidencias” de Visconti cuyo título italiano es “Grupo di Famiglia in un Interno”). En este proyecto convergen un devenir personal, de la ciudad y la luz, a través de 5 años de vida en un ático en la Cava Alta, con un devenir de la percepción, la pintura y los medios artísticos. Y en ese devenir se crea un metacuerpo sostenido de afectos marcado por una ausencia. El proyecto explora una memoria y unos afectos doblemente posthumanos: la panorámica de la ciudad con sus afectos fulgurantes de luces y elementos siempre cambiantes, con su ritmo multisensorial espacializado que compone un todo abierto, potente y singular en su cambio, es un escenario que ha cobrado sentido en una relación a tres, con una perra y un humano, de la que el amor con la perra condensa la esencia más profunda y persistente, en el vacío de su ausencia impuesta por el humano, un vacío que solo llena en parte un nuevo compañero, otro perro llamado Sirio.

En la vida a veces se dan vínculos insólitos, de una profundidad inexplicable, e inesperados, que vienen regalados. Así es mi vínculo con la perra Zara. Un amor absoluto y recíproco me une a la perra Zara pero un humano, injustamente nos separa.

El perro que me acompañaba en la inauguración en la exposición no es Zara sino Sirio, mi actual compañero. Zara, a quien se dedica todo este ambicioso proyecto que ahora inicia, no puede estar presente por una separación impuesta por un humano, una separación que ha marcado el drama de mi vida en los últimos dos años, una historia que no ha terminado. Un drama silencioso por cuanto la sociedad considera, en el mejor de los casos, que la ausencia de un perro no puede ser nunca tan grave como la de un humano: “olvídate y pasa página, ya tienes otro perro”….(si a una madre le quitaran su hijo nadie le diría “olvídate, búscate otro hijo”… si a unos amantes o esposos los separan y les impiden vivir el amor más grande de su vida nadie les diría, “olvídate y búscate a otro”). En el mejor de los casos, condescendencia…. Pues bien, yo reivindico el amor con Zara como el más grande de mi vida, el más absoluto y recíproco, (sin menoscabo hacia Sirio que es ya inmenso en mis afectos y con quien me une ya un vínculo indestructible que crece cada día). Si la sociedad reconoce el afecto con las mascotas aunque lo considere -injusta e hipócritamente- de segunda clase, en el caso de la ley es mucho peor aun: se considera al perro como un objeto embargable sin derechos de ninguna clase, como pudiera estar un mueble, (si bien acaba de haber una primera sentencia pionera que reconoce al animal como ser sensible y tiene en cuenta su bienestar y el de la persona que reclama las visitas o custodia compartida). Se debate actualmente una ley para reconocer a los animales como seres sensibles, al menos no embargables, en la línea de otras europeas, pero hace falta mucho más: un cambio de sensibilidad y espero contribuir a ese cambio con este proyecto. ¿Qué clase de amor es ese cuando, aun habiendo reconocido él que ella me quiere más a mi, le impide a ella verme?…

La ausencia de Zara es lo que más ha marcado mi vida y estos paisajes de la Cava Alta de vacío y tristeza (y van ya más de dos 2-4zzDSC02313años), como su presencia fue lo que más los marcó de plenitud y alegría. El cuadro central de la panorámica tiene 4 figuras: dos perros claramente visibles que representan el fondo afectivo profundo que tiñe y sostiene los afectos vinculados a este paisaje, y dos humanos traslucidos, quiméricos, uno de ellos yo mismo, quizás emergiendo de un sueño o materializándome al fin en una nueva danza en los tejados, el otro mi ex-pareja humana, con quien inicié ilusionado mi vida en este ático, y que ahora es quien nos impide a Zara y a mi estar juntos, una figura traslúcida que no se sabe si se desvanece ya  pero cuya imagen no quiero borrar. Sin olvidar, pero también luchando por causas presentes y futuras, más grandes que mi propia historia. Y que mi amor con Zara inaugure una Era Transespecie.

¿Qué pensar de un paisaje de ciudad entero en el que el centro, las únicas figuras presentes y reales son dos perros? … Se trata quizás de un alegato a favor de un mundo menos antropocéntrico, que abrace y asuma no solo la manera en que la evolución entera ha sido una cooperacion radical entre especies, la manera en que somos simbiontes, híbridos de 4.000 millones de años simbiosis bacterianas, sino la manera en que nuestras ecologías afectivas también son una simbiosis transespecie, transgénero, mestizas, neurodiversas. El proyecto es una denuncia, no solo contra el humano que nos impide estar juntos a Zara y a mi, sino contra toda un sociedad que acepta tácitamente que el amor de perro y con perros es de segunda clase. Yo reclamo lo contrario, que es igual, o si acaso superior.

Que Zara me quiere tanto como yo a ella, que me quiere más que a nada, lo dejó bien patente y manifiesto, todos lo vieron a nuestro alrededor, y quien nos separa lo llegó a reconocer. Y sin embargo el tema que planteo es tabú incluso en movimientos animalistas… ¿como es esto posible y que clase de lucha es la que niega al animal sus sentimientos? ¿Para cuando una ética que no se base solo en el sufrimiento sino en la defensa positiva de nuestras ecologías afectivas y que no se limite al consentimiento que den los humanos adultos racionales? El tema que planteo es transversal a muchas minorías humanas y a la sostenibilidad del planeta en su conjunto. No hablamos en este caso peculiar de sexo, no hay nada sexual en este caso. Lo que hay es un amor absoluto y que no se empaña los más mínimo con los años de separación impuesta, como se demostró cuando logré verla de nuevo buscándola en la plaza donde pasea. Emprendo pues una vez más una lucha quijotesca y solitaria, como tantas que he realizado en 20 años de activismo, pero acaso ninguna me toca tanto como esta.

Al mismo tiempo ¿ComoIMG_20160813_113726 transformar el dolor en crecimiento, y sin borrar ningún recuerdo? Y el dolor se agrava porque quien nos separa es alguien a quien tanto quise y cuyo comportamiento he intentado entender y no entiendo, ni puedo justificar. Lo he intentado todo…

Durante el montaje de la exposición se rasgó un cuadro y lo vi como una metáfora de una vida rasgada cuya consistencia hay que recomponer, y no es fácil, hay que conocer la composición previa y los materiales y técnicas y tiempos con que recomponerla, que pueden ser distintos a los que uno imagina. A final recurrí a un restaurador: hay que reconocer los propios límites y dejarse ayudar mientras se aprende!

Las partes narrativa y poético-musical ahondarán en estas historias de vidas al borde del abismo, vidas en áticos en tiempos del chemsex, bodas gays paganas en playas lésbicas de Lesvos, danzas en los tejados y familias multiespecie, fénix y perros, cielos e inframundos, cyborgs y diosas… Un amor posthumano y trans-especie en tiempos de algoritmos.

…Y un proyecto de activismo.

Se trata en fin de mi propio devenir transespecie, un devenir perro y con perros, desarrollando un amor de perro, fiel hasta la muerte al tiempo que promiscuo, devenir fénix y pulpo, devenir enjambre molecular y orgiástico que baila en los tejados.

 

CANTOS A ZARA – Cantos del Chthuluceno – (avance del libro de poemas y el ciclo de canciones)

 

Nuestras cenizas en un mismo viento.

 

Nuestras cenizas en un mismo viento.

Nuestro amor se alza como una ola por encima

de la mezquindad humana, de quien nos separa.

Como átomos entrelazados en universos paralelos,

ningún vacío cósmico atenúa el vínculo que nos funde.

 

Nuestras cenizas en un mismo viento.

Ardiendo cada día renazco cual fénix de mis ascuas.

Por cada día mío pasan siete tuyos.

Si ya era doloroso saber que tu vida se acorta antes que la mía

cuando estábamos juntos, ahora que nos separan cada minuto arde.

 

Nuestras cenizas en un mismo viento.

Tú eres la esencia de la vida,

tu amor es la espina dorsal de mi mundo,

absoluto y acendrado, el crisol de la esperanza.

Y cuando tras un año sin verte logré encontrarte en la plaza

corriste hacia mi, loca de alegría, como siempre,

esa alegría desesperada y sin medida de cada reencuentro,

así sea tras días, meses o años de ausencia impuesta,

y tu mirada desesperada al despedirnos,

y la alegria desbordante paseando juntos como un único cuerpo, tu con tus patitas cortas,

y en la casa de Molino detrás de mi como mi sombra,

y aquella noche tras la operación, cuando te dejé en su casa y al irme lloraste tanto

que a media noche él te trajo junto a mi.

 

Nuestras cenizas en un mismo viento.

En un infinito vacio navego, en el mar de tu ausencia,

mar de mis lágrimas donde encontrarte.

Mis lágrimas se condensan en diamantes con que perforar la dureza de la vida,

se alzan en montañas sobre las que alzarme, buscándote.

En el vacío de tu ausencia me absorbo,

solo me sostiene la memoria de tus mechones blancos, tu olor,

y esas miradas nuestras que se compenetraban de una manera mas profunda

que la que haya sentido con ningún humano enamorado.

Un amor desesperado. Y sabiendo que donde quiera que estés

me quieres como yo te quiero y que cuando nos volvamos a ver

podré oir de nuevo esos gemidos extremos de alegria que solo me dedicas a mi, tu amado.

Y conservo la casa por ti, esperándote.

Despunto en un anochecer salvaje

condensándome hacia ti,

mi aurora eterna.

No dejaré piedra en el mundo por remover hasta volver a verte,

y que nuestras cenizas se esparzan juntas, en el mismo viento,

nuestras moléculas bailando juntas más allá de la muerte.

 

MANIFIESTO TRANSESPECIE:

Junto con el sexismo y generismo, el capacitismo y racionalismo, el racismo y clasismo, el especismo y antropocentrismo son la última frontera de las categorías coloniales y opresoras. Los números lo demuestran: sin mencionar la devastación planetaria, el cambio climático y la extinción en masa provocada por la acción humana, cada año viven encerrados en campos de concentración eufemísticamente llamados granjas, para luego ser asesinados, más de 100.000 millones de animales, o sea más de diez veces la población humana mundial, diez mil veces el número de muertos en el Holocautso, un millón de veces lo muertos en Hiroshma… cada año…

Frente a esta situación (pero también ante los derechos de neurodivers*s, niñ*s, minorias y para lidiar con la realidad emergente de algoritmos autónomos) la ética y la ontología legal están mal equipadas, ancladas en un discurso-centrismo del sujeto racional, del supuesto libre albedrío y del consentimiento verbal; bioéticas en el mejor de los casos patho-céntricas, basadas en medir el grado de sufrimiento, pero no positivamente estudiando la manera en que las ecologías afectivas híbridas son la base de toda evolución, biodiversidad y sostenibilidad en la Tierra. La continua mutación reciproca y colectiva es la base de la vida, no la reproducción idéntica de lo mismo. Reproducción sin mutación colectiva seria la muerte del planeta.

Los afectos (animales o no) son esa mutación colectiva que crea ecologías basadas en lo diverso. Los afectos no son emociones de un sujeto, son relaciones, afecciones, movimiento. Los afectos son la via transversal para descolonizar todos los cuerpos: ¿alguien puede negar los afectos animales, neurodiversos, de sujetos no racionales, de niñ@s, de minorías sexuales o migrantes?…. Ecologías de afectos mestizas, neurodiversas, transgénero y transespecie son la base de una bio-resistencia en la Tierra frente a la aniquilación llevada a cabo por sistemas dominantes que reducen, empobrecen, asesinan nuestros mundos.

El proyecto DEVENIR es una denuncia de una sociedad antropocéntrica, humanista y capacitista que sigue privilegiando al sujeto humano, racional y adulto, una sociedad hipócrita en la que mucha gente manifiesta su amor por sus mascotas tratándolas como miembros de la familia pero manifestando a la primera de cambio que estos son de segunda o de tercera y que los afectos con ellos son secundarios respecto a los humanos. El mismo que afirma adorar a la perra que reivindica como suya, la trata como un objeto de su propiedad sin sentimientos impidíéndole que vea a quien ella más quiere, como esas leyes actuales que consideran al animal no humano como un objeto embargable (y de las cuales algunos grupos políticos plantean actualmente una reformulación para el reconocimiento de los animales como seres sensibles).

Esta discriminación especista es análoga a la que se hace contra todo ser que no es considerado un adulto racional (personas neurodiversas, con diversidad funcional o discapacidad, niños), y en muchos países aun se privilegia solo al hombre y de clase social alta. Sin embargo parece que es precisamente ese hombre racional el que, al instituirse como una especie que se pretende distinta y superior, está generando la mayor devastación planetaria jamás conocida, un ser colonial y capitalista que ha olvidado que la evolución es una cuestión de simbiosis radical y cooperación entre especies; un ser que solo conoce su estrechez de miras, que enmascara su violencia; un ser que ha olvidado que el “humano” es un híbrido quimérico de miles de millones de años de simbiosis bacterianas y de ecologías afectivas transespecie.

Este proyecto reivindica un mundo en simbiosis en el que el “humano” no solo deje de pretenderse el centro, sino que, renunciando a cualquier privilegio especista, de género, clase o capacidad, renuncie por ende a la noción misma de especie, abrazando el mismo devenir transespecie que fundamenta toda biodiversidad en la Tierra.

YO NO SOY HUMANO, tampoco hombre ni mujer, ni blanco, ni europeo, ni racional, ni capacitado. Soy neurodiversa, mestiza, transgénero, transespecie. Consciente de pasar por euroblanco reivindico mi negritud y mestizaje (híbrido de judio, negro, árabe, gitano, blanco, cristiano, nórdico, pagano…. como casi todo español) y reclamo la superioridad de todo mestizaje …. consciente de pasar por racional capacitado reivindico mi neurodiversidad protoautista…. consciente de pasar por hombre gay reivindico mi trans/post-generidad no binaria, orgiástica, post-íntima, poliamorosa, nudista, put@, microsexual y post-queer…. consciente de pasar por humano reivindico mi posthumanidad simbiótica transespecie y bacteriana…. YO NO SOY HUMANO, tampoco hombre ni mujer, ni blanco, ni europeo, ni racional, ni capacitado. YO soy neurodiversa, mestiza, microsexual, transespecie. Soy perra antes que ciborg. Soy Ontohacker. YO NO SOY UN YO. No soy una unidad ni una dualidad, ni un individuo, ni un sujeto, ni un objeto, ni un Estado, ni un museo, ni un selfie, ni un perfil policial, ni un perfil en una red social, ni el apéndice de una red planetaria de algoritmos. NI HUMANO NI CIBORG (y ambos y mucho más). Soy un enjambre molecular, un metacuerpo. (No soy… devengo). EN DEVENIR. EN DEVENIRES. EN DEVENIR-CON…

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Arqueología futura y la ciudad en devenir

Hay un mundo que se alza sobre los tejados de la ciudad, desconocido para muchas personas, anhelado por otras y habitado por muy pocas, un mundo paralelo de áticos, azoteas y terrazas, chimeneas y humos, antenas, cúpulas y mares de tejados, pájaros y helicópteros, aire, luz, cielo, nubes, elementos, estrellas veladas, luces nocturnas y rumores lejanos de la ciudad; un mundo que sigue leyes diversas a las de la calle y donde a ratos parece que todo se abre…

Yo he habitado ya cinco años ese mundo donde el devenir eterno de la luz y los elementos se hace presente cada hora y donde la percepción vive desalineada de los encuadres reducidos de vidas mecanizadas y percibe el cambio perpetuo. El devenir de la ciudad y los elementos es también devenir de quien habita ese mundo de la cumbres, como águila envuelta en prodigios, vientos y lejanías, pero a solo 20 metros del suelo. Devenir de Madrid, devenir Madrid, devenir elementos. Pero eso requiere una intima escucha ajena al ajetreo de esas pocas terrazas abarrotadas donde se consumen apresurados productos del turismo: se trata de abrir la percepción, y la terraza que habito es un laboratorio sutil y delicado donde hacerlo.

El ático que habito – aun en presente, siempre amenazado por el encarecimiento y la especulación global (…un mundo este poco accesible en ciudades con pocos áticos y azoteas, privadas y caras…) – tiene una pequeña terraza con la más prodigiosa de cuantas vistas yo he conocido, que se abre en más de 180 grados sobre la ciudad vieja de Madrid, con sus iglesias y su mar de tejados rojos y atisbándose lejanas otras zonas de la ciudad y, más allá, la Casa de Campo y la sierra de Guadarrama. La vista se dispone de tal forma que se ven casi todos los detalles característicos de Madrid, en un arco que mira hacia el noroeste sobre las Cavas y va desde San Francisco el Grande y San Andrés a la izquierda, pasando por la Almudena y la Casa de Campo, San Miguel con la sierra al fondo y Pza. de España, alzándose como ola encrespada hacia Callao, con las torres de Chamartín y la torre Picasso al fondo, culminando en la Gran via y cerrándose a la izquierda con San Isidro; y, prodigiosamente colocados entre todos ellos, los más prolijos detalles de la ciudad, como si alguien la hubiera planificado, cual si de una maqueta se tratase, desde esta misma terraza.

La vista se abre como una gran ola de complejos ritmos que asciende de izquierda a derecha, llena de pliegues, quiebres, alzamientos, desdoblamientos, espaciamientos, anclajes y planos de profundidades, unos que van hacia el fondo y otros que se abalanzan hacia el que mira, con seis anclajes casi simétricos formados por cúpulas de iglesias y edificios altos, componiendo una rítmica intrincada e infinita que cambia con cada luz, hora, estación, estado atmosférico, limpidez de aire, nubes, ocasos prodigiosos… y con el estado de ánimo y la evolución de quien lo mira, pues no podemos separar esta vista de unas historias y afectos. Sinfonía infinita con eternas variaciones de sus múltiples temas y cambiantes motivos.

La panorámica además no es solo “vista” pues es un campo sonoro infinitamente cambiante, y de olores, texturas y espacialidades, mundo multisensorial que quien mira encarna en su propiocepción, su movimiento interno… percepción en movimiento y del movimiento…. danza de la percepción. Y es un mar infinito donde siempre se descubren detalles nuevos dependiendo de quien lo mira.

Mundo prodigioso de tormentas, fulguraciones, limpidez, profundidad, movimiento eterno, indeterminación, ritmo de la propia mirada que se crea y reinventa continuamente y unos afectos que resuenan con, y también exceden las narrativas demasiado humanas de quienes habitamos bajo los tejados… Afectos más que humanos de los tejados de la ciudad donde uno deviene fénix….como esas estatuas de ave fénix con un muchacho en su lomo que coronan algunos edificios de Madrid, símbolos de un renacer eterno, y que asemejan también a ese mito de Zeus y Ganímedes… Espacio de dioses paganos…

Un proyecto (trans)personal

Este proyecto se sale de mis trabajos en los últimos años en torno al arte digital interactivo, el cuerpo, e espacio, la tecnología y la filosofía, retomando una clave más personal, y medios más tradicionales que había dejado en segundo plano durante muchos años, pero abriéndose ya a un extraño híbrido: como tendiendo puentes entre mis dos orillas.

00035.Imagen fija010 fenix-026P Un proyecto sobre vidas en áticos y azoteas de la ciudad en tiempos de selfies y grindr, de Trump y Putin de Cambridge Analytica e Instagram; sobre afectos transespecie y amores de perro y con perros que perduran a través de vacíos y abismos; sobre vivir a través de los problemas mientras se crece más allá, retejiendo lentamente vidas desgarradas y aprendiendo a vivir con heridas abiertas; sobre la ausencia impuesta por terceros de quien más amas y más te ama; sobre la alegría desesperada de vivir al borde del abismo y el devenir de una luz en la tarde calma e infinita; sobre el renacer cada día de las propias cenizas alzándose por encima del dolor; sobre una historia de amor transespecie en tiempos del chemsex; sobre una familia multiespecie en tiempos de algoritmos; sobre cyborgs y mascotas que son el centro de la vida en un mundo post-humanista; sobre danzas y orgias sobre los tejados de la ciudad, y un cierto resurgir del paganismo; sobre espacios abiertos e infinitos donde aun abrazar el cielo y devenir con los elementos; sobre un devenir fénix-perro-pulpo-serpiente y una vida en mutación permanente; sobre vidas en tránsito perpetuo al filo del presente y un amor posthumano que perdura más allá de la muerte y entre especies.

Como una suerte de arqueología del presente, de mitología futura o de resurgir pagano, los amuletos que encabezan esta págP1440262pP1470541pina, símbolos creados por mi  para una relación con un humano, cuyo centro acabo siendo la relación con una perra y de la que solo queda la esperanza de ver a Zara de nuevo, se han transformado en signos del devenir, del eterno renacer de las cenizas, de lo tentacular, signos del Chthuluceno que ahondarán las fases narrativas y poéticas del proyecto. Uno es la fusión de leo y Acuario, fusión de opuestos pero podría ser también un pulpo en el agua, imagen tan frecuente en las culturas antiguas, símbolo del Chthuluceno y de lo tentacular. El otro es un sol que alberga en su centro un trisquel, signo de crecimiento, que en las antiguas culturas naciera del estudio del agua y sus remolinos como símbolo de la vida, doble movimiento del devenir, y eterno renacer de las cenizas.