EL TEDH DA UN PORTAZO AL FUTURO
¿SENTENCIA CLIMÁTICA HISTÓRICA O LAVADO DE CARA?
Una de las asociaciones con pleito climático pendiente en estrasburgo da su opinión sobre las sentencias recientes
THE ECtHR SLAMS THE DOOR TO THE FUTURE ¿HISTORICAL CLIMATE VERDICT OR GREENWASHING?
Acaba de salir la sentencia que tanto se esperaba de los tres juicios climáticos pendientes en Estrasburgo y el resultado es MALO: solo han admitido la de la asociación suiza Klima Seniorinnen de mujeres mayores por el clima, porque habían pasado por las instancias nacionales y era solo en Suiza y encima NO se ha condenado a Suiza a nada en especial, ni se han marcado criterio concretos o definido consecuencias en caso de no respuesta, o de respuesta insuficiente. Tampoco se ha indemnizado a la victimas, como se ha anunciado erróneamente en algún medio: los 80,000 euros que se paga a esta asociación de 2,500 mujeres en calidad de gastos parciales de costas, ni siquiera totales! Cierto que el tribunal no tiene competencia para sancionar, pero esto nos lleva los otros pleitos desestimados.
Se han desestimado en cambio los otros dos pleitos: el de los seis niños portugueses contra 32 estados y sin pasar por vía nacional, caso Duarte Agostinho, y otro más, de Carême contra Francia, han sido inadmitidos después de tanta lucha y de haber sido admitidos a trámite inicialmente. En el caso de Carême contra Francia por no residir ya en Francia.
En el caso de los portugueses, no se ha desestimado por la cuestión que algunas temíamos de no demostrar ser víctima, sino por los temas más fundamentales de no pasar por las instancias nacionales y por ir contra todos esos países por responsabilidad extraterritorial.
Esto es extraño porque esos asuntos hubieran sido normalmente motivo de inadmisión al inicio, sin embargo el recurso fue admitido a trámite, con lo que se entiende que había lugar a dar un paso histórico y aceptar las motivaciones contundentes que los demandantes esgrimían para no tener que ir país por país ni pasar por las instancias nacionales: ante todo la urgencia de la crisis climática y su dimensión global, así como la imposibilidad material de hacerlo.
Esto deja fuera de juego totalmente la vía que varios demandantes más estábamos intentando, obligará a ir primero contra España en un larguísimo proceso, y en cada país tendría que haber colectivos haciendo lo mismo. Se cierra esa puerta y se sienta un precedente fatal habida cuenta la urgencia extrema de la situación y la inacción criminal de todos los estados.
Un proceso como este, iniciado a nivel nacional dura mínimo 4 años en el Tribunal Supremo y otros tantos ante el Constitucional, contando que en cada país haya grupos dispuestos a iniciarlos de forma contundente, antes de llegar a Estrasburgo donde el proceso hasta sentencia puede ser también de 4 años. Si se iniciara un proceso ahora, no llegaría a Estrasburgo hasta 2032 como pronto. Se pierde con ello toda posibilidad de actuar en esta década decisiva.
El único efecto positivo, al sentar jurisprudencia a este nivel, es que proliferen en cascada pleitos más vinculantes a nivel nacional en todos los países. Es de esperar que los tribunales supremos de los países hagan suya la sentencia del TEDH, pero también hay riesgo de proliferación de sentencia contradictorias que impidan una acción coordinada común y global.
¿Una de cal y una de arena? ¿Victoria histórica o lavado de cara y Greenwashing?
Habida cuenta que desde 2022 la ONU considera el derecho al medioambiente sano un derecho humano fundamental la decisión del tribunal es la mínima que cabía esperar.
Ante una amenaza tan radical como la que hay, y con 50 años de inacción criminal de los gobiernos, la sentencia es claramente insuficiente.
Parece más un lavado de cara destinado a dar la impresión falsa de que hay esperanza.
Este tribunal era una de las pocas esperanzas que quedaban ante la inacción criminal de los estados y la UE. Pero esto ya no es posible.
Hay en espera otros 7 juicios climáticos de los cuales varios serán sin duda desestimados por los mismos motivos. Además están otros más recientes, como el nuestro, presentado en agosto de 2023 contra 46 estados por la industria alimentaria de origen animal, que quedará totalmente fuera de juego, y habiendo sido ya cuestionados por el tribunal en el estatuto de víctima: uno de los argumentos que más usan para desestimar demandas: no estar la demandante, a su juicio, “suficientemente afectada”.
En el caso Klima Seniorinnen el TEDH también ha considerado que las demandantes particulares no ostentaban el estatuto de vícitima a pesar de los certificados médicos presentados. El tribunal parece curarse así en salud para poder seguir rechazando juicios climáticos de individuos afectados. Sin embargo curiosamente han decidido admitir la demanda presenta por la asociación que las representa, algo extraño que crea un figura intermedia, pues aunque el TEDH no admite acción popular de asociaciones en defensa del interés general, ha considerado en este caso que, aunque las representadas individualmente no ostente estatuto de víctima, la asociación que las representa si tiene derecho a hacerlo y ostentar dicho estatuto, como vía que consideran necesaria ante amenazas como el cambio climático. Estas ambigüedades hacen ver que igualmente el tribunal podría haber sido mucho más valiente marcando nuevos criterios de justicia climática.
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En un mundo como este no es de esperar que los ciudadanos puedan obligar a los estados a estar a la altura del mayor desafío de la historia, en cambio sí se dar por normal que el país más superpoblado (India) aspire al consumo de energía de los más ricos (los del Golfo), o que en África el ultraconservador Congreso Mundial de Familias promueva una campaña continental exitosa anti-lgtbi+ con el lema “Familias fuertes, naciones fuertes” y así sucesivamente, la lista es infinita. Parece que impera un síndrome de psicopatía planetaria por el que cuanto más nos acercamos al abismo más acelera la humanidad hacia él: como dice Antonio Guterres: con el pié en acelerador en el autopista a la extinción.
A esto se suman la deficiencias en las demandas climáticas en curso, incluido el discurso del propio movimiento ecologista que parece hacerle el juego a los estados y empresas al centrarse en el tema de la descarbonización y reducción de combustibles fósiles, ignorando que la industria más destructiva, y con impactos mucho más allá de combustibles fósiles para la crisis ecosocial al completo, incluido el cambio climático, es la alimentación de origen animal, como dicen más de 120 informes internacionales reunidos en el informe Alimentos de Destrucción Masiva, como defendemos en la demanda mencionada, y como reconocen los informes de los gobiernos, véase el informe La Verdad del Consumo, que son sin embargo silenciados de forma inaceptable.
A lo cual se suma el hecho de que la única forma creíble de descarbonizar es decreciendo drásticamente activando la emergencia global, que urge más que nunca ante una situación mucho mas rave que la COVID-19 y donde el conjunto de países ricos, y Europa como madre del problema colonial, deben tomar la iniciativa a nivel internacional.
Y por último urge entender la gravedad de que los gobiernos sigan alentando el crecimiento demográfico, en vez de poner acoger de buena gana los descensos de tasa de natalidad, ante el problema incontestable de las superpoblación, que es criminal ignorar, y habida cuenta que los países pobres aspiran al modo de vida de los ricos.
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La victoria pírrica de las suizas no compensa pues aunque sienta un precedente positivo de reconocer responsabilidad en los estados, obliga a pasar por las instancias nacionales e ir país por país, imposibilitando una acción a la altura del problema climático. Y además con una sentencia que no obliga a Suiza a nada, una vergüenza!
El TEDH pierde la oportunidad de estar a la altura del desafío histórico, se alinea con los estados y sus crímenes de lesa humanidad, y cierra toda vía de acción real ante la emergencia radical que vivimos.
Queda el reconocimiento a Klima Seniorinnen como algo testimonial, importante por ser una victoria simbólica del colectivo de mujeres mayores, pero sin posibilidad de efectos reales en las políticas, igual que la reciente sentencia TJUE contra España por la contaminación de la ganadería, que no dicta condena ni multa, si bien aun no sabemos si eso queda para otro dictamen posterior.
Es de temer que el tribunal de la Haya, en la dictaminación que debe emitir de aquí a un año sobre criterios de justicia climática internacional, siga vías parecidas si no hay presión formidable a nivel internacional