Para una ética medial diferencial y corpórea en la cultura de la vigilancia global.
- Los medios dan forma a nuestras percepciones y propiocepciones, y con ello a los modos de relacionarnos entre nosotros y con el mundo, el modo de conocer, ser, moverse y cambiar, nuestra ontología y epistemología, nuestra ecología y afectos, nuestra política. El humano es una construcción histórica fundada en una espiral tecnogenética en la que las tecnologías hechas por el humano también construyen lo humano.
- Entre las tecnologías cruciales que han dado forma al humano como artefacto están las tecnologías de la percepción, desde la geometría euclidiana y la arquitectura, pasando por la perspectiva renacentista, las cámaras, pantallas e interfaces ubicuas que han generado un régimen de dominación visual y racionalización de la percepción. La percepción del mundo como campo cuantificable y controlable es un efecto de estas tecnologías perceptuales que definen de retorno al propio sujeto y el yo como cuantificable y controlable.
- Los medios de información son expresiones de una tradición platónico-cartesiana que separa el mundo en materia y formas, favoreciendo la abstracción de patrones abstractos frente al movimiento y la materialidad, ignorando contexto, cuerpo y corporeización como condiciones de la vida radicalmente específicas y contingentes.
- En los pasados siglos la fotografía, el cine, la arquitectura y el diseño urbano han dado forma y coreografiado la percepción y propiocepción del sujeto liberal del humanismo. En las últimas décadas desde las segunda Guerra Mundial, el avance de las tecnologías de la información ha inducido un nuevo modo de control coreográfico de los cuerpos, a través de sensores, alineamientos y capturas del movimientos en escalas crecientemente grandes y pequeñas: el pancoreográfico.
- Al mismo tiempo las simulaciones reduccionistas de las emociones humanas (cultura del emoticono) son resultado de la ingeniería en dominios como la Interacción Humano Máquina (HCI), la robótica, la inteligencia artificial y otros, mientras la biométrica disemina en los cuerpos nuevos modos de cuantificación y control.
- Peor aún, en el ambiente de miedo global desde el 11S, la semiótica y afecto de control se percibe generalmente por la población como deseable, permitiendo una militarización del afecto y de la vida en su conjunto que abarca cualquier actividad potencial, cualquier sentimiento, percepción o pensamiento.
- Así, las corporaciones globales de la comunicación han logrado lo que ningún gobierno totalitario del pasado: que miles de millones de personas estén deseosas, incluso desesperadas por sobreexponer todo tipo de datos de sus vidas en redes de control disfrazadas tras fachadas de amistad y conectividad pero cuyos efectos perversos se han desenmascarado solo parcialmente en el caso Snowden.
- Esta situación sin precedentes de vigilancia global y control tiene el propósito de capturar todo deseo y afecto naciente en redes de capitalización, si como responde a otros viejos anhelos de control totalitario, mientras su campo de operaciones se expande en las esferas del nano- bio- y neurocontrol.
- El problema no es la defesa de la privacidad, sino la relación intrínseca de los medios de información con la tendencia al control absoluto, y por lo tanto la ecología social insostenible y potencialmente fascista que promueven.
- La solución no está por ello en la regulación de la privacidad ni en una mera crítica de la vigilancia, sino en la revisión de la ontología de la actual tecnogénesis de lo humano, en crear una consciencia radical de sus problemas y en generar condiciones para nuevos paradigmas tecnológicos, nuevas percepciones alejadas de la tradición platónica-cartesiana-lockeana, lejos de la dominación visual, que abran el horizonte para una ecología planetaria por venir, en la que contextos, cuerpos y corporeizaciones se tomen en cuenta en su irreductible, impredecible y cambiante diferencia.
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