¿Es el Orgullo Crítico de Madrid especista, negacionista climático o antiecologista?

Sobre la fragmentación y límites en los movimientos sociales.

Comunicado de Rebeldes Indignadas

por Jaym* del Val

Desde el colectivo Rebeldes Indignadas y la inciativa Veganarqueer, así como desde Futuro Vegetal, se ha trasladado a la asamblea del Orgullo Crítico de Madrid, desde junio de 2024, la petición de incluir una interseccionalidad que abarque la lucha antiespecista y la climático-ecológica, que son dos notables ausencias dentro del vasto campo de políticas interseccionales de la plataforma, que abarca el antirracismo, el anticolonialismo, la lucha por Palestina, el anticapacitismo, la antipsiquiatría y muchas más.

Quien se lo trasladaba, que firma este articulo, no era ningune desconocedore del movimiento, al revés, alguien vinculade al movimiento lgtbiqa+ desde 1997, que hacia 1999 estuvo en la organización del entonces minoritario orgullo mainstream y la directiva de Cogam para pronto pasarse a ramas más radicales, alguien que ha participado en Orgullo Crítico desde sus inicios en la década de 2000 y que estuvo intensamente implicade en la organización del Orgullo Crítico en la época del 15M desde la Asamblea Transmaricabollo en 2011-2012, tras lo cual ha seguido desde fuera el movimiento y asistido a las manifestaciones anuales, además de ser alguien intensamente implicade en la producción teórica queer e interseccional.

Cuando se propuso la cuestión en junio se relegó al plenario a celebrar tras el verano, cuya primera sesión tuvo lugar el domingo 17 de noviembre, al final de la cual y con premura hubo apenas tiempo de exponer al fin la propuesta y los motivos por los que se considera importante, que pueden leerse aquí. Estos incluyen, por un lado el modo en que se excluye sistemáticamente el antiespecismo tanto del ecologismo como de los movimientos sociales, resultando en un grueso de movimientos ecosociales especistas que perpetúan la masacre de 8.000 millones de seres sintientes por día (más de 200 millones diarios en ganadería y avicultura y más de 7.000 millones diarios en pesca y acuicultura, equivalente en conjunto a la humanidad entera). Por otro porque los alimentos de origen animal son la causa primordial, reconocida por innumerables informes, pero silenciada en la opinión pública, de la crisis ecológico-climática, crisis que urge abordar desde todo movimiento social que se precie pues amenaza de forma inminente cualquier futuro vivible donde reivindicar luchas sociales.

Motivo por el cual urge remapear por completo la interseccionalidad de toda lucha social poniendo en su centro a la par el antiespecismo y el ecologismo, en vez de eludirlos, y dando consistencia a ese nuevo entramado de luchas precisamente desde la complejidad interseccional, de modo que en el ecologismo y el antiespecismo se reconfiguren a su vez desde perspectivas queer, no-blancas, no-privilegiadas, no occidentales, anticapacitistas, etc. Solo así podemos asegurar una lucha consistente, resiliente y efectiva.

Si bien parecía haber inicialmente un consenso en incluirla, alguna persona con presencia muy activa en la asamblea, se opuso finalmente a que se asumiera, postergándose una vez más a una fecha futura por definir donde se hiciera un debate ad hoc sobre el tema. A pesar de nuestra petición de que se concretara fecha para el mismo o que se retomara en la segunda sesión del plenario, en esta se siguió posponiendo sin fecha, en parte con la excusa de que se considera que no hay fuerzas en el movimiento y que antes que nada se propone un evento de repaso histórico del mismo a modo de “llamada de socorro”.

Los argumentos aportados para bloquear los temas propuestos nos parecen cuando menos inconsistentes cuando no inaceptables: vagas acusaciones al movimiento antiespecista de moralismo y gordofobia, lo cual además de no ser cierto en la generalidad, no entendemos por qué debe ser óbice para asumir una política antiespecista en el discurso de la plataforma, en un contexto precisamente interseccional donde se pondría atención a evitar sesgos por parte de cualquier discurso o movimiento implicado. Otro de los “argumentos” fue que el tema estaría ya incluido en la lucha anticolonial, algo manifiestamente incorrecto. Sobre la propuesta de asumir la lucha climático-ecológica ni siquiera se aportaron argumentos, se pospuso junto al tema antiespecista.

Por un lado, descalificar a un movimiento entero con acusaciones vagas, no especificadas, y generalizadas de moralismo, gordofobia, o capacitismo se asemeja a cuando machirulos de izquierda dicen que toda la lucha lgtbiqa+ es clasista y promueve el capitalismo rosa. Por otro, respecto al tema ecologista, ¿cuántas tragedias como la DANA que ha asolado Valencia, y peores, han de pasar para asumir el desafío de la crisis ecológica? ¿Es que no se va a asumir solidaridad con los cientos de miles de afectades, millones al año en el mundo, y en breve miles de millones? ¿O es que se va a pretender que la causa no es un cambio climático causado por como comemos y como vivimos en los países ricos, reproduciendo con ello el negacionismo puro y duro al servicio de los intereses de las industrias? El Cambio Climático afecta más a les más vulnerables. El Cambio Climático es un tema queer. Las extinciones masivas son un tema queer, la deforestación amazónica es un tema queer, la naturaleza es queer. No hay futuro queer ni derechos “humanos” sin ella.

En posteriores conversaciones fuera ya de la asamblea algunes integrantes llegaron a sugerir, en respuesta a mi denuncia del supremacismo humano, que es “supremacista” hablar por boca de otres (los animales no humanos) y que podría verse como supremacismo blanco proponer la urgencia del antiespecismo en los términos antes mencionados. ¿Se entiende según esto que hay que seguir dejando sin voz a quienes no la tienen ni pueden tener en el marco de derechos humanos excepcionalistas, y dejarlos así convenientemente sometides a la mayor masacre de la historia, de modo que el antiespecismo y el veganismo sigan siendo una cuestión de opción personal y que se silencie además su papel crucial en la crisis ecológica y humana, todo con tal de no cuestionarse privilegios dietéticos? ¿Se entiende que debo callar ante el exterminio masivo de quienes considero mi gente y mi familia? Parentescos a los me unen profundos afectos y una comunicación no verbal mucho más rica que con muches humanes, tanto en casa como en los santuarios donde colaboro, como en lo salvaje, valores que muches se empeñan en ignorar con unas políticas logocéntricas y verbocéntricas, de humanos para humanos, que nos llevan al abismo.

Por otro lado, si bien ha habido en el pasado acusaciones de colectivos racializados o no europeos al veganismo como propuesta occidental y blanca ajena a tradiciones indígenas ancestrales, hace tiempo que proliferan discursos interseccionales desmontando esta idea. Además, esas críticas a menudo se reproducen desde individuos urbanitas que la instrumentalizan para justificar su propio consumo de productos de un holocausto animal industrial inimaginable que sí que es el opuesto de los modos de vida ancestrales. De lo que se trata es de ahondar en interseccionalidades antiespecistas-ecologistas-antirracistas-anticapacitistas-anticoloniales-transfeministas-lgtbiqa+.

Por otro lado tanto en la asamblea como en la comida posterior hubo actitudes agresivas contra quien había llevado la propuesta por parte de varias personas, con descalificativos personalizantes que consideramos inaceptables y pusieron de manifiesto la tensión que parece subyacer a este debate. ¿Cuáles pueden ser los motivos de que una plataforma donde en efecto parece ya haber muchas personas veganas y con sensibilidad antiespecista, rehuse que el tema se asuma políticamente y junto a este, el del ecologismo y que desate pasiones y actitudes agresivas?

Los motivos parecen ser los que, por desgracia venimos analizando en otros contextos: el supremacismo humano imperante que hace que, por un lado hay personas que no están dispuestas a cuestionarse su dieta, y por otro que arrastramos décadas de bulos del lobby alimentario que ha logrado silenciar esta cuestión, y de falta de conciencia de la radicalidad de la crisis climático-ecológica, así como de una fragmentación fatal de luchas.

Lo que aquí manifestamos se aplica sin duda a muchos otros movimientos y queremos plantear una reflexión amplia para todos ellos. Urge precisamente una interseccionalidad que permita abordar la enorme complejidad y desafío de la suma de crisis sociales, ecológicas y animales, que reconozca el papel central e histórico, pero silenciado, que la explotación animal tiene en todo ello, no solo como industria más destructiva de la actualidad sino como cimiento de las desigualdades humanas desde el Neolítico, surgidas con la agricultura, la ganadería y el sedentarismo, que empeoraron la calidad de vida de las sociedad nómadas y propulsaron una multiplicación demográfica exponencial asociada a regímenes normativos opresivos, a la par que desataban la crisis ecológica.

Es por ello que desde Rebeldes Indignadas abogamos por una interseccionalidad profunda en la que, por ejemplo, se entienda el papel crucial de la diversidad sexo-genérico-afectiva y de modos de parentesco para desmontar un heteropatriarcado reproductivista que nos lleva a la extinción por superpoblación, entre otras cosas, siendo este último un tema tabú que urge abordar desde perspectivas radicalmente anarcodemocráticas, antirracistas, anticapacitistas, transfeminitas y lgtbiqa+/kuir/transmariputabiainbbollo.

Esto implicara por supuesto, también, asegurar un veganismo intersecccional, no-blanco, anticapacitista, antigordofóbico. Pero es inaceptable usar vagas acusaciones de moralismo para justificar la que de hecho y a todos los efectos es a mayor maquina de muerte de la historia, la industria alimentaria de explotación animal, una máquina de destrucción de tal calibre que nos lleva a todes al abismo. ¿Según eso denunciar el exterminio de poblaciones humanas también sería moralista y debe relegarse a un tema de opción personal? ¿Se entiende que debemos aceptar el negacionismo de un Holocausto Planetario que afecta a 8.000 millones de seres sintientes por día?

Se asume al antifascismo en los movimientos… pero, ¿qué hay del fascismo radical que la mayor parte de la humanidad perpetra diariamente contra el resto de lo viviente?

Basta de falsas libertades basadas en una masacre encubierta. Basta de antropocentrismo en las políticas humanas. Basta de complicidad con el especismo generalizado de la “humanidad”.

Por otro lado el OC Madrid ha crecido quizás demasiado, podría decirse que ha muerto de éxito, habiendo en la actualidad un nivel de tensiones internas y estructuración que no había en tiempos del 15M, donde había una transversalidad mayor y una actividad continua durante el año. Por un lado dedicarse casi en exclusiva a organizar una gran manifestación, ya de más de 20.000 personas, podría ser intrínsecamente contradictorio con cierta compresión de dinámicas horizontales y urge considerar un redimensionamiento de las estrategias, quizás con una acción de desobediencia sostenida todo el año y un foco más interseccional.

Por otro siendo el OC más que una simple crítica al orgullo del capitalismo rosa, siendo una plataforma que apuesta por un cambio sistémico más profundo, lo que urge replantearse es cuál es ese cambio necesario. Una pregunta, de nuevo, extensiva a todo el resto de colectivas y plataformas ecosociales.

Ese proyecto político no puede estar basado en exclusiones radicales disfrazadas de victimismo, ni en el excepcionalismo humano. Exclusiones que se dan por cierto tanto o más en movimientos ecologistas, que excluyen la perspectiva antiespecista de forma sistemática, lo que es, si cabe, aun más preocupante dado que en dichos movimientos sí se conoce la centralidad de la explotación animal en la crisis ecológica.

Esto implica la urgencia de que plataformas como el OC se replanteen tanto su interseccionalidad y sus exclusiones, como sus fines profundos y que aborden el desafío de una redefinición del activismo en todo el espectro ecosocial, en tiempos de la mayor crisis de la historia, en la que no tendremos futuro alguno en el que luchar por nada si no desmantelamos el supremacismo humano que todas llevamos dentro. 

La izquierda tradicional, incluidas sus ramas más radicales, debe reinventarse profundamente si quiere poder hacer frente al desafío y dejar de limitarse a ponerle parches al Titanic que se hunde.

Cuando se toca el estómago no hay gran diferencia entre derechas e izquierdas: casi nadie quiere que le toquen su jamón, sus huevos, su queso, su chorizo o su “bistec al punto”.

Si el OC Madrid está en crisis, como otros movimientos, quizás es porque urge dar un nuevo sentido a la lucha ecosocial en la era de la desinformación neofascista-algorítmica tóxica y de las extinciones masivas, desbrozando cuales son los mecanismos de asimilación que, ya desde el colapso del 15M, plantean amenazas existenciales para todo activismo serio, sumadas a la brutal represión actual contra movimientos de desobediencia civil, como Futuro Vegetal o Just Stop Oil.

Urge movilizar nuevas alianzas transversales para una lucha menos fragmentada y más amplia que plante cara a la radicalidad de la crisis, en tiempos de una aceleración del colapso ecosocial promovida por fantoches neofascistas ultrapeligrosos como Musk y Trump que han dado un golpe de estado planetario y están movilizando un nuevo orden mundial al servicio de megacorporaciones tecnológicas que ya gobiernan nuestras vidas.

Urge entender el nivel de cambio sistémico que precisamos para decelerar nuestro desfile hacia el abismo. Urge dejar de dar por hecha la inevitabilidad de ninguna de las formas de explotación sistémica que proliferan desde el Neolítico, que, además, no tienen futuro ninguno en el infierno climático que viene. Urge aprender de numerosas comunidades indígenas de la tierra y desmontar los sistemas de privilegios humanos que se basan en la explotación del resto de lo viviente.

Urge un cambio de paradigma en los movimientos ecosociales. Si seguimos separando estos tres ejes fundamentales de luchas: sociales, ecologistas y antiespecistas, seguiremos sin poder hacer frente a una megacrisis que nos cancela el futuro.

El futuro será antiespecista o no será. No hay descolonización que valga si seguimos explotando animales y tierras. No hay liberación sexual sin liberación animal. No hay emancipación humana sin liberación terrestre.